sábado, 9 de febrero de 2013

No todo es tan malo...

Cuando mi mamá (Má, como yo la llamo) supo todo, me amenazó con contarle a mi papá (o como le digo yo, Pá), así estuvimos por mucho tiempo y eso a mi me aterraba, ya que sospechaba como podría reaccionar frente a tal situación. Recuerdo una vez que nos sentamos a la mesa a comer todos juntos como hermanos de iglesia y Má sacó el tema a flote.

                              -Inicio de la conversación-

Má: ¿Qué pasaría si tuvieses un hijo gay? (dijo "hijo", porque una de las hijas ya estaba casada y la otra llena de hijos, por lo que sabía que lelas no eran, solo quedábamos los tres hijos menores).

Pá: Me mato (todos quedamos sorprendidos, sobre todo yo).

Má: Pero cómo se te ocurre decir eso!?!? -lo dijo muy preocupada-. No ves que tú no eres el del problema, si no que sería tu hijo.

Pá: Yo no crié maricones y no quiero saber que tengo uno, prefiero matarme. 

-Fin de la conversación-

Comí más que rápido, corrí a mi pieza, me encerré y lloré.

Un día llegué a la casa y se me acercó mi Má, me dijo: "Ya le conté todo a tu papá, no podía cargar esto yo sola". Yo, sin decir palabra alguna supe que de inmediato debía encerrarme en mi pieza nuevamente, esta vez no solo a llorar, si no a lamentar lo que pudiese suceder, así pasaron los días, Pá no me miraba, Pá no me hablaba, yo no existía para Pá. Cada día que pasaba era igual, mis únicas opciones para andar tranquilo eran:

1- Despertar en la mañana y estar todo el día encerrado en la pieza, sin poder sentarme a la mesa a comer.

2- Despertar en la mañana y salir de la casa y volver en la noche, a la hora que Pá dormía, eso normalmente sucede a las 11 pm.

Sobreviví de alternando ambas opciones, una de esas noches Má me dijo: "Nunca había visto llorar tanto a tu papá, no sabes el dolor que tiene por tu culpa". Y yo otra vez, sin decir ni una sola palabra.

Pasaban y pasaban los días y cada vez era peor, hasta que pasó lo que tenía que pasar... Llegué a casa, no había nadie, pasa un rato y Pá toca la puerta, quién más abriría, sino yo? Abro, Pá me mira a los ojos. Lo miro a los ojos y me doy cuenta que detrás de él viene un grupo de sus amigos. Pá se lanza sobre mi. Yo no opongo resistencia alguna. Pá me abraza y dice que me ama y que pesar de todo está orgulloso de mi y que pase lo que pase estará a mi lado, solo le importaba verme feliz. Lo abrazo y lloramos juntos, los amigos nos miran raro, nadie entiende nada. Seca sus ojos y me presenta (como si nunca lo hubiese hecho antes) : "Este es mi hijo, mi orgullo, el mayor de los hombres y como él no he conocido a nadie, un caballero"

No me quedaba nada por hacer, solo encerrarme en mi pieza a llorar, nunca habías estado tan emocionado.

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